LAS REFORMAS ECOLÓGICAS EN CHINA PARA LIMPIAR LAS INDUSTRIAS CONTAMINANTES CREAN UNA OPORTUNIDAD

Los planes de China de alcanzar el máximo de emisiones de dióxido de carbono (CO2) en 2030 y la neutralidad de carbono en 2060 son dos objetivos ambiguos. A juzgar por el boyante comportamiento del precio de las acciones de los sectores industriales y de materiales, parece que las iniciativas ecológicas de China están bien publicitadas y comunicadas al mercado.
Aunque los países desarrollados son los que diseñan los acuerdos climáticos, lo que más importa es la participación de China. Es el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, ya que emite dos veces la cantidad de EEUU y supone en torno a la tercera parte del total de las emisiones globales.
Reforma del lado de la oferta 2.0
Para lograr los objetivos de carbono del país, Pekín ha implementado su segunda iteración de la reforma del lado de la oferta. China está repitiendo una estrategia similar a la de cinco años antes, cuando se intentó limitar la producción excesiva de materias primas en áreas altamente contaminantes por medio de iniciativas políticas.
La guerra de China contra la contaminación no es nueva, pero el arma que ahora ha elegido sí lo es. En primera batería de medidas para combatir los gases de efecto invernadero, las regiones que producen materias primas han sido las que, una vez más, se han llevado el primer golpe. La ciudad industrial de Tangshan, que produce el 15% del acero del país y el 8% del mundo, ha eliminado entre un tercio y la mitad de su capacidad. Mongolia interior ya ha suspendido todos los proyectos nuevos de ferroaleaciones, aluminio, alúmina y polisilicona hasta por lo menos 2025.
Estos cambios marcan una escalada en una campaña más amplia para recortar las excesivas emisiones de carbono. Es inminente que se pierdan empleos a medida que las fábricas cierren, lo que pone de manifiesto los desafíos políticos a los que se enfrenta Pekín para mantener el empleo y avivar el consumo doméstico. Pero reducir la actividad industrial también aborda simultáneamente otras políticas orientadas al mercado que Pekín espera poner en vigor.
Estas medidas incluyen acelerar las reformas de empresas de propiedad estatal (SOE) por medio de consolidar las entidades menos rentables y más contaminantes. A los directivos de las SOE de acero y aluminio se les ha encargado la tarea de empezar a reducir las emisiones de carbono a partir de 2025, cinco años antes del plan 2030 del país, un impulso para que se produzca un cambio liderado por el mercado.
Precios del acero y del aluminio más altos
Puesto que la producción de acero y aluminio supone el 16% y el 5% respectivamente de las emisiones de CO2 de China, las mejoras en la inversión ecológica establecerán un precedente de la forma en que Pekín abordará otros sectores altamente contaminantes. Las mejoras tecnológicas a largo plazo, como acero de hornos de arco eléctrico o producción hidroeléctrica de aluminio, emiten mucho menos carbono que los métodos actuales y ofrecen soluciones comercialmente viables a medio y largo plazo.
Sin embargo, la transición inmediata, es más complicada, lo que hace que los cortes de producción sean la opción más viable de la que se dispone. Desde nuestro punto de vista, es probable que las restricciones a la producción de materias primas debido a los estándares más exigentes de emisión, unido a la recuperación de la demanda global, hagan subir los precios del combustible para los consumidores globales.
Aunque el recorte de la producción industrial será la principal característica de la reforma del lado de la demanda de China 2.0, esperamos que esta política se implemente de forma desigual, mientras Pekín equilibra la recuperación económica con sus necesidades medioambientales. Los banqueros centrales estarán muy atentos a los progresos, ya que el potencial aumento de los precios de las materias primas probablemente hará subir la inflación.
Los cambios en el ciclo de las manufacturasalimentarán la demanda de infraestructuras de energías renovables y limpias, especialmente en la generación de energía solar y eólica. Pero los gestores de fondos activos pueden desarrollar estrategias de inversión ecológica que vayan más allá de lo evidente, desplegando capital al principio del ciclo político centrándose en las empresas que tradicionalmente más contaminan que es donde tendrá lugar la primera fase de la limpieza.
Esto puede parecer un enfoque poco ortodoxo a la inversión orientada al medio ambiente. Pero desde nuestro punto de vista, las compañías con precios atractivos posicionadas para mejorar los fundamentales del negocio y minimizar sus huellas de carbono pueden ser una fuente sorprendente de potencial rentabilidad a medida que el plan de neutralidad de carbono de China cobra fuerza.