CHINA LIDERA EL INCREMENTO DE LA RIQUEZA MUNDIAL POR SU ‘BOOM’ ECONÓMICO E INMOBILIARIO DE LOS ÚLTIMOS 20 AÑOS

Según calcula la consultora McKinsey, la riqueza global se ha triplicado desde el 2000 por la revalorización del sector inmobiliario, muy por encima de la subida del PIB de cada país y de los sueldos

Calles de Shangai – EFE

Desde que se unió a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, el crecimiento económico de China se ha disparado hasta liderar el aumento de la riqueza global. Así lo calcula un reciente informe de la consultora McKinsey & Co., que ha analizado desde el año 2000 las cuentas de diez países que suman más del 60 por ciento del PIB mundial: China, Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Canadá, Australia, Japón, México y Suecia.

A tenor de dicho estudio, la riqueza global se ha triplicado durante las dos últimas décadas, pero ese aumento se ha basado sobre todo en la revalorización de las propiedades inmobiliarias y no en otros sectores más productivos para la economía. Entre

 2000 y 2020, la riqueza global ha subido de 156 billones de dólares (138 billones de euros) a 514 billones de dólares (456 billones de euros), de los que dos tercios están en el sector inmobiliario.

Con una burbuja gigantesca que ya ha empezado a desinflarse, como se ve en la reciente caída del precio de sus pisos y en la astronómica deuda de grandes constructoras como Evergrande, China ha contribuido a este incremento en casi un tercio. De solo 7 billones de dólares (6,2 billones de euros) que tenía un año antes de incorporarse a la OMC pasó a 120 billones de dólares (106 billones de euros) durante el pasado ejercicio. Impulsado por un crecimiento medio del PIB del 8 por ciento hasta que llegó la pandemia del coronavirus, el aumento de la riqueza en China ha superado ampliamente al de EE.UU., donde a su vez también se ha doblado hasta alcanzar los 90 billones de dólares (79 billones de euros). Con una subida más moderada de sus precios inmobiliarios, el crecimiento de su capital ha sido bastante menor al de China.

En ambos países, que son las dos mayores economías del mundo, más de dos tercios de su riqueza están en manos del 10 por ciento más rico de la sociedad, cuyo patrimonio no ha hecho más que aumentar durante todos estos años pese a la crisis de 2008 y el impacto del coronavirus. Ahora que la economía mundial está empezando a rebotar, el informe advierte de que, a la vista de lo sucedido durante las dos últimas décadas, se ha roto el vínculo histórico entre la subida del PIB y el aumento de la riqueza. «Mientras el crecimiento económico ha sido tímido en las economías avanzadas, las hojas de balance y la riqueza neta que le han seguido la pista han triplicado su tamaño. La divergencia emergió cuando los precios de los activos subieron, pero no como resultado de tendencias del siglo XXI como la creciente digitalización», analizan los expertos de McKinsey.

A su juicio, «en una economía cada vez más impulsada por valores intangibles como la informática y la propiedad intelectual, a una abundante cantidad de ahorros le ha costado encontrar inversiones que ofrezcan suficientes dividendos y un valor duradero para los inversores. En su lugar, se han dirigido al sector inmobiliario, que en 2020 representaba dos tercios de la riqueza global».

De ellos, el 35 por ciento está en el suelo para construir y el 33 por ciento en casas y otros edificios. Por su parte, otros activos que pueden impulsar el crecimiento económico suponen solo el 20 por ciento del total. Entre ellos destacan las infraestructuras (11 por ciento), los inventarios (8 por ciento), los intangibles y otros activos (8 por ciento) y la maquinaria y equipamiento (6 por ciento). Por motivos contables, Mckinsey no ha incluido en su estudio los activos financieros.

Debido a la burbuja inmobiliaria y a los bajos tipos de interés, el valor de los activos es ahora un 50 por ciento más alto que la subida de los ingresos y por cada dólar de nueva inversión hay dos de deuda. Con la propiedad inmobiliaria cada vez más inalcanzable para muchos sueldos, este modelo arroja dudas sobre la sostenibilidad del ‘boom’ que ha experimentado la riqueza y despierta el fantasma a otro estallido de su burbuja como en 2008. En China ya podría haber empezado este problema con la deuda imposible de pagar que acumulan Evergrande y otros gigantes de la construcción.

Como peor escenario, el informe de Mckinsey advierte de que un colapso del precio de los activos podría volatilizar un tercio de la riqueza global, situándose así más en línea con los ingresos mundiales. Para evitar este riesgo, el estudio apuesta por dirigir la riqueza global a «modos más productivos de inversión que aumenten el PIB global» y no sean solo el ‘ladrillo’.

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